domingo, julio 30, 2006

Chile, ¿la alegría ya viene?: Delincuencia

Me encanta Valparaíso. Cuando visite por primera vez esta hermosa ciudad tenía diez años. Quede impresionado por sus cerros, miradores, casas, monumentos, el puerto y sobre todo por la primera vista que tuve de la que hoy es la Casa de Estudios en la cual estoy a punto de terminar mi carrera. Sencillamente me fascinó todo de Valparaíso
Pero también he tenido malas experiencias. Creo ser una de las personas a la que mas han asaltado en esta ciudad. La gota que rebalsó el vaso fue hace casi tres años cuando a uno de mis compañeros de casa lo asaltaron en la puerta del antejardín de la casa que arrendábamos. Al año siguiente, con mi compadre Jorge Osorio, decidimos venirnos a Viña. Un poco por comodidad, un poco por seguridad y porque el departamento que encontró mi socio es increíble (increíblemente helado por estos días).
Aun soy estudiante (muy a mi pesar) y no pago impuestos. Espera...mmm, ¿No lo hago cada vez que compro en el supermercado o en una tienda? ¿Cada vez que me tomo un trago por ahí? Para que hablar de cuando compro cigarrillos.
No pago contribuciones. Espera...mmm...las paga mi arrendataria, que por el alza de este año no dudó al momento de plantear una subida del monto del arriendo, pero la convencimos que lo mantuviera por este año y que el próximo reajustábamos.
No vivo en un sector residencial top, pero tampoco estoy en un mal lugar. Y si así fuera, si viviera en lo que a veces calificamos como “mal lugar”, ¿no tienen y tenemos todos los mismos derechos?.
Ahora se preguntaran hacia donde va esta “patea' de perra”.
El problema sigue siendo el mismo donde quiera que vivas: Delincuencia, asaltos, miedo.
Hace solo unos días, a unos amigos que viven a una cuadra les entraron a robar a su departamento. Por suerte uno de ellos llego cuando los delincuentes estaban adentro y reacciono bien: Volvió a cerrar la puerta y salió llamando a los Carabineros. Los tipos arrancaron con un par de chaquetas y una cámara
Acabo de salir a fumar un cigarrillo al balcón y vi como asaltaron a una pareja. Desde acá no tenia nada que hacer, solo observar con rabia, con indignación y con un poco de miedo pues yo también ando a estas horas de noche por la misma calle, porque mi compañero y su novia también salen de noche, porque mis amigos que viven cerca también pasan por el mismo lugar. Nuestro barrio seguro.
El 5 de octubre de 1988 acompañe a mi madre y a mi abuela a su lugar de votación, era el plebiscito “del si y el no”.
No quise entrar, me quede afuera del colegio esperando que ellas votaran. Estaba un poco asustado por la cantidad de gente que había (al menos no me dejaron en el maletero del auto) así es que me puse a jugar con otros niños que también esperaban por sus madres. De tanto en tanto salían mujeres que le decían en la cara a los militares que custodiaban el colegio: La alegría ya viene.
Tenia 7 años y prometieron alegría. No puedes ser alegre si vives con miedo.
Los que trabajan, los que estudian, los que hacen ambas cosas a la vez tienen todo el derecho de relajarse un sábado por la noche. Salir por ahí. Ventilarte. Sacarse todo el peso de la semana de encima. ¿Que pasa si no tienes vehículo? Te arriesgas a que te pase lo que acabo de ver y lo que me ha ocurrido en varias oportunidades. ¿Que pasa si tienes vehículo? Te arriesgas a no encontrarlo, a que te hayan sacado accesorios o cualquier cosa.
No es ser pesimista. Es la dura y triste realidad.
No se ustedes, pero yo cuando iba en bicicleta a la casa de mis amigos y compañeros muchas veces la dejaba afuera de la casa, apoyada en la reja, a veces por horas, y cuando salía ahí estaba. Nunca me dio miedo irme caminando a casa, andar solo en la calle o llegar tarde. Todo a cambiado.
No podemos culpar a los gobiernos de la Concertación por la situación de la delincuencia sin tener en cuenta todo lo ocurrido antes del año 89. Tampoco podemos dejar de tener en cuenta la forma en que nosotros mismos generamos los espacios para que los hechos delictivos ocurran. Pero no todo puede ser reflexión: Se necesitan soluciones ahora. Es imprescindible que las personas puedan volver a transitar por sus ciudades sin miedo a lo que puede ocurrir a la vuelta de la esquina o al llegar a sus hogares.
Luego de escuchar los resultados del plebiscito del 88 mi abuelo me dijo: Ahora si que estamos cagados.
Ya han pasado dieciocho años, y por primera vez tatita querido espero que estés rotundamente equivocado.

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